La laguna formada por una antigua gravera al norte del núcleo urbano de San Martín de la Vega acabó siendo, con el crecimiento de una espesa vegetación, una pequeña reserva de aves migratorias y un lugar donde practicar la pesca. Está ubicada en las riberas y humedales del río Jarama, dentro del espacio protegido del Parque Regional del Sureste, un espacio que, siguiendo los cursos bajos de los ríos Manzanares y Jarama, conecta el municipio de San Fernando de Henares por el norte y el distrito de Villaverde por el noreste (depuradora de Butarque), con el territorio de Ciempozuelos, atravesando recios paisajes de secanos y cortados de yesos. Típico de este paisaje son las lagunas artificiales como la mencionada.
Con el tiempo, y debido a la cada vez mayor afluencia de público, se realizó un vallado sencillo de malla galvanizada para su mejor control y se convirtió en parque. Este vallado, suficiente para delimitar el recinto, no era sin embargo capaz de trasladar al exterior el valor simbólico que el espacio fue adquiriendo. Por este motivo, y también debido a una situación de relativo deterioro del vallado y las instalaciones, en el año 2001 el Ayuntamiento nos hace el encargo de la reurbanización del Parque. El desarrollo del proyecto lo llevo a cabo desde la consultora Gladius Consulting, donde entonces prestaba mi colaboración, junto con la arquitecta Aitziber Rubio Ereño.
Un parque en un entorno de topografía plana adquiere presencia cuando se delimitan sus bordes de manera visible y se marca una puerta en ellos. Así sucede en El Retiro de Madrid o en El Jardín del Príncipe de Aranjuez, en los que tanto los accesos como el vallado obtienen visibilidad a través de elementos de la arquitectura clásica. Puesto que la reurbanización implicaba el replanteamiento y consolidación de la presencia urbana del parque se planteó la necesidad de levantar dos puertas —una principal hacia el aparcamiento y otra secundaria hacia San Martín— y un paseo de mayor capacidad entre la puerta principal y el paseo perimetral de la laguna que permitiera jerarquizar los recorridos habituales de los visitantes. El conjunto de la actuación debía ser capaz de anticipar, a través de la masa de vegetación, que un espacio valioso nos espera tras ella.
Las puertas se concretan de manera sencilla en una sucesión rítmica de pilas de diez metros de altura rematadas por una losa de hormigón en voladizo a modo de cornisa que suministra iluminación mediante una luminaria empotrada. La puerta principal, de composición cuadrada, se ubica al norte dando acceso desde el aparcamiento. El zócalo de hormigón de las pilas contiene la inscripción del nombre del parque y realiza además las funciones de anclaje de las puertas y de alojamiento de contenedores en uno de los laterales. En este lateral no son necesarias las pilas, lo que crea un sugerente juego de vacíos y llenos. La puerta secundaria, de menor entidad —dos pilas—, está orientada hacia el oeste y comunica peatonalmente el parque con el núcleo urbano, identificándolo con claridad en la lejanía.
Puerta principal
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La actuación, con un presupuesto muy limitado, se completa con el trazado de un paseo de mayor ancho para acceder desde el aparcamiento a la laguna. Este paseo se ha flanqueado con jardineras que contienen flores de temporada y se ha pavimentado con albero compactado, utilizando el color como forma de enfatizar la jerarquía de los recorridos.
Paseo principal desde acceso
(antes de instalación de luminarias)
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